Semana Santa
Se viene Semana Santa, y se ve que este año estara concurrido Madryn, porque ya tenemos reservas para esas fechas, a no dormirse!
Para la ocasion, un texto de la escritora madrynense Fela Tylbor, que piensa distinto.
DIOSES PAGANOS
JULIÁN Y EL HUEVO CRUCIFICADO
Hace unos años y ante la cercanía de las Pascuas, Julián, mi hijo menor, me preguntó acerca del significado de los huevos de chocolate y el feriado largo de Semana Santa. Debo aclarar que, entre la lista de valores con los que eduqué a mis hijos, nunca estuvieron incluidos los valores religiosos. Decisiones personales que tienen que ver con la propia historia, la vida y algunas convicciones. La cosa es que las fiestas religiosas siempre fueron solo fiestas para ellos: cuestiones de poner los zapatos, esperar trineos cargados de regalos y comer muchísimos huevos de pascuas.
Quizás por esto es que mi explicación de conejas de la suerte, crucifixiones y resurrecciones no fue muy clara, y al finalizar mi enredado monólogo, Julián concluyó: ? Entonces, ¿por qué crucificaron un huevo?
Luego del ataque de risa por la salida de mi hijo, volví a explicar el asunto, sin poder dejar de visualizar al chocolate del huevo derritiéndose en una cruz. Fue por eso que, cuando armé la habitual búsqueda de tesoros que les preparaba a mis hijos para esa fecha, junté dos ramitas en forma de cruz y até a ellas un huevo de chocolate, intentando reproducir en una de las postas el huevo crucificado, inocentemente imaginado por Julián. Fue un detalle muy gracioso para todos, pero, cuando lo conté en la escuela, una compañera religiosa, me miró con el ceño fruncido y, acusándome con su dedo índice sentenció: ?Ojo con la religión, eh. Que con la religión no se juega??
Me callé la boca, cambié de tema y, lejos de sentirme hereje, guardé la anécdota en mi memoria y de vez en cuando la cuento para volver a morirnos de risa.
SAN MARADÓ
En este 2005 que está por terminar, mi compañera religiosa de la escuela debe haberse sentido muy molesta, ante la oficialización de otras herejías, más explícitas que mi dulce crucifixión. En la pantalla del televisor, lunes tras lunes, las masas adoraron a un santo no reconocido. El santo de la pelota, el santo del golpe bajo, del gol milagroso: San Maradó.
Como Jesús en el pesebre, pero con mucha más producción, lunes tras lunes San Maradó fue visitado y reverenciado por diversas estrellas nacionales e internacionales. Volvió a caminar sobre las aguas haciendo girar una pelota en una cancha de estudio de TV. Renació después de haber caído en las garras de la cocaína. Una resurrección que festejó en cada programa, abrazándose en cámara lenta con sus seres queridos al compás de melodías insoportablemente emotivas.
Lunes tras lunes nos fueron disparadas directamente al estómago o a los sacos lagrimales, violentas estocadas. El dios que salvó la vida de una familia hundida en la depresión, el dios que hizo los goles milagrosos que cambiarían el destino de nuestra nación, el dios que jura no volver a equivocarse. El dios que entrevista a los famosos; el amigo de todos; el que puede abrazarse intensamente con cada uno como quien hace mucho que no se ve y ha compartido vivencias inolvidables; el que puede mirar afectuosamente, arqueando las cejas y balanceando la cabeza mientras escucha las confesiones devocionales hacia su persona y se muerde el labio conteniendo la emoción; el dios indiscutible.
San Maradó: amado por el cholulaje de siempre, el jet set del momento, los rockeros, los intelectuales, los de derecha, los de izquierda, los ateos, los de Ríver, los de Boca, los que no miran fútbol, los pobres, los ricos, los universitarios, los que están relocos, los dueños del poder, los que nada pueden, los mismos que lo crucificaron?
LOS DIOSES PAGANOS
Cuando digo que San Maradó no es mi santo, todos me miran con mala cara. ?No podés??; ?Es el Diego, che?; ?Es que vos no entendés nada.? ?Es un sentimiento, es ser argentino.?
Yo, que no soy religiosa, me pregunto entonces qué cosas tan terribles han pasado en este pueblo del dulce de leche, para que la fe se corriera de lugar y el milagro ya no lo haga dios, sino un ex jugador de fútbol.
Me pregunto también acerca del modelo de persona que alentamos para las futuras generaciones: ?Jugá bien al fútbol, hacéte famoso, ganá mucha plata, descontroláte mucho un par de años, arrepentíte y serás santificado.?
La verdad, aunque me odien, me juzguen y me critiquen despiadadamente, prefiero crucificar un huevo.
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Fela Tylbor - El libro del Aire
http://www.felatylbor.com.ar
Para leer la versión on-line de esta nota dirigirse a:
http://www.felatylbor.com.ar/notas/dioses-paganos
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Para la ocasion, un texto de la escritora madrynense Fela Tylbor, que piensa distinto.
DIOSES PAGANOS
JULIÁN Y EL HUEVO CRUCIFICADO
Hace unos años y ante la cercanía de las Pascuas, Julián, mi hijo menor, me preguntó acerca del significado de los huevos de chocolate y el feriado largo de Semana Santa. Debo aclarar que, entre la lista de valores con los que eduqué a mis hijos, nunca estuvieron incluidos los valores religiosos. Decisiones personales que tienen que ver con la propia historia, la vida y algunas convicciones. La cosa es que las fiestas religiosas siempre fueron solo fiestas para ellos: cuestiones de poner los zapatos, esperar trineos cargados de regalos y comer muchísimos huevos de pascuas.
Quizás por esto es que mi explicación de conejas de la suerte, crucifixiones y resurrecciones no fue muy clara, y al finalizar mi enredado monólogo, Julián concluyó: ? Entonces, ¿por qué crucificaron un huevo?
Luego del ataque de risa por la salida de mi hijo, volví a explicar el asunto, sin poder dejar de visualizar al chocolate del huevo derritiéndose en una cruz. Fue por eso que, cuando armé la habitual búsqueda de tesoros que les preparaba a mis hijos para esa fecha, junté dos ramitas en forma de cruz y até a ellas un huevo de chocolate, intentando reproducir en una de las postas el huevo crucificado, inocentemente imaginado por Julián. Fue un detalle muy gracioso para todos, pero, cuando lo conté en la escuela, una compañera religiosa, me miró con el ceño fruncido y, acusándome con su dedo índice sentenció: ?Ojo con la religión, eh. Que con la religión no se juega??
Me callé la boca, cambié de tema y, lejos de sentirme hereje, guardé la anécdota en mi memoria y de vez en cuando la cuento para volver a morirnos de risa.
SAN MARADÓ
En este 2005 que está por terminar, mi compañera religiosa de la escuela debe haberse sentido muy molesta, ante la oficialización de otras herejías, más explícitas que mi dulce crucifixión. En la pantalla del televisor, lunes tras lunes, las masas adoraron a un santo no reconocido. El santo de la pelota, el santo del golpe bajo, del gol milagroso: San Maradó.
Como Jesús en el pesebre, pero con mucha más producción, lunes tras lunes San Maradó fue visitado y reverenciado por diversas estrellas nacionales e internacionales. Volvió a caminar sobre las aguas haciendo girar una pelota en una cancha de estudio de TV. Renació después de haber caído en las garras de la cocaína. Una resurrección que festejó en cada programa, abrazándose en cámara lenta con sus seres queridos al compás de melodías insoportablemente emotivas.
Lunes tras lunes nos fueron disparadas directamente al estómago o a los sacos lagrimales, violentas estocadas. El dios que salvó la vida de una familia hundida en la depresión, el dios que hizo los goles milagrosos que cambiarían el destino de nuestra nación, el dios que jura no volver a equivocarse. El dios que entrevista a los famosos; el amigo de todos; el que puede abrazarse intensamente con cada uno como quien hace mucho que no se ve y ha compartido vivencias inolvidables; el que puede mirar afectuosamente, arqueando las cejas y balanceando la cabeza mientras escucha las confesiones devocionales hacia su persona y se muerde el labio conteniendo la emoción; el dios indiscutible.
San Maradó: amado por el cholulaje de siempre, el jet set del momento, los rockeros, los intelectuales, los de derecha, los de izquierda, los ateos, los de Ríver, los de Boca, los que no miran fútbol, los pobres, los ricos, los universitarios, los que están relocos, los dueños del poder, los que nada pueden, los mismos que lo crucificaron?
LOS DIOSES PAGANOS
Cuando digo que San Maradó no es mi santo, todos me miran con mala cara. ?No podés??; ?Es el Diego, che?; ?Es que vos no entendés nada.? ?Es un sentimiento, es ser argentino.?
Yo, que no soy religiosa, me pregunto entonces qué cosas tan terribles han pasado en este pueblo del dulce de leche, para que la fe se corriera de lugar y el milagro ya no lo haga dios, sino un ex jugador de fútbol.
Me pregunto también acerca del modelo de persona que alentamos para las futuras generaciones: ?Jugá bien al fútbol, hacéte famoso, ganá mucha plata, descontroláte mucho un par de años, arrepentíte y serás santificado.?
La verdad, aunque me odien, me juzguen y me critiquen despiadadamente, prefiero crucificar un huevo.
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